Ella duerme en un cuarto pequeño con una ventana muy chula que parece de un cuento de hadas y tiene unos almohadones muy grandes. Un día se los rompimos jugando a pegarnos y salieron las plumas volando…, pero no se enfadó con nosotros, la abuela nunca se enfada.
Nosotros dormimos en el cuarto grande, en verano salimos con ella a la terraza y nos saca helados para «dormir dulces», nos dice.
A la abuela le gusta contarnos cosas cuando estamos en la cama, siempre nos habla de su pueblo, del campo, de lo que hacía cuando era niña… Lo cuenta tan bien que me parece que se rompe la pared y puedo ver el campo y las montañas a lo lejos…
Cuando vienen Papá y Mamá a buscarnos no queremos irnos y yo se lo digo bajito… «abuela, me quiero quedar un poco más» pero ella no me hace caso y me dice que lo bonito es «ir y venir, esperar y llegar«. Luego nos da muchos besos y nos hace prometer que volveremos pronto. Yo se lo prometo siempre porque me gusta ir a casa de la abuela.